RAMÓN DE ARCOS, EL PINTOR DEL CAMPO

 


La pintura, como cualquier otra manifestación artística, tiene como interés principal provocar emociones, pero hay obras que además nos enseñan. Y tenemos infinidad de cuadros excelentes que son lecciones de psicología, costumbrismo, jardinería, ingeniería, etc. Pero sobre el campo, campo, por su interés agrícola, no conozco yo muchas más pinturas que las que nos ofrece Ramón de Arcos. En sus cuadros, como en las obras de Sorolla, se desborda la luz. Frente a alguna de ellas es fácil evocar los olores del ambiente y, en otras, hasta se oyen los ruidos del ganado y los aperos, sonidos que para los que nacimos en el mundo rural son musicales. 

Ramón tiene el perfil de un humanista: ingeniero, biólogo, funcionario, profesor, bancario, gerente, locutor, tertuliano y pintor, pero sobre todo, él es aquello que Kipling, en su bellísimo poema, le decía a su hijo lo que deseaba que fuera: “y lo que es más, serás hombre”

Ramón de Arcos tiene obras en museos nacionales, en paramentos de centros universitarios, salones de hoteles, cooperativas, despachos de gerentes importantes, etc., pero es probable que donde no conozcan suficientemente su otra sea en su pueblo, Don Benito, lugar en el que ahora mismo se está exponiendo una muestra de sus pinturas.


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