“Porque me has visto, Tomás, has creído; bienaventurados los que no vieron y creyeron”.
Este párrafo del cap. 20, versículo 29, de San Juan, podría ser aplicado a cualquier incrédulo respecto a la autenticidad de la Sábana Santa, paño de lino con el que José de Arimatea y Nicodemo sepultaron a Jesús. En esa sábana aparece impresa una imagen que tradicionalmente corresponde a la utilizada para enterrar a Jesús, reliquia que es venerada por los que creemos en ella y que los ateos intentan desacreditar mediante diversos procedimientos científicos a partir de la segunda mitad del pasado siglo.
En 1988 se realizó un análisis con máximas garantías de seguridad con el método del carbono-14 cuyo resultado determinó que la fabricación real de la muestra analizada se podía situar alrededor del 1300, resultado que fue publicado en revistas del máximo prestigio científico como “Nature”. Pero estudios recientes realizados con procedimientos mucho más potentes, dirigidos a determinar la composición molecular de la fibra del lienzo, así como los análisis de estructuras de polímeros semicristalinos mediante técnicas “WAXS” (Wide Angle X-ray Scattering), publicados el 2024, demuestran de manera incontestable que la antigüedad real de ese lienzo es de unos 2000 años, que es el tiempo transcurrido desde la crucifixión de Cristo
Para los cristianos, es una alegría conocer estas noticias que nos confirman científicamente la antigüedad de la Sábana Santa, pero, realmente, lo que nos produce alegría es recordar las palabras del Maestro: «bienaventurados los que no vieron y creyeron»
Actualmente, mediante la utilización de la IA sobre la imagen de la Sábana Santa, hemos conocido una interpretación del rostro de Jesús que nos desvela una cara llena de belleza y serenidad.
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