LA POESÍA NOS CONMUEVE Y ENRIQUECE


 Por los años sesenta, durante una clase pública de literatura en el colegio de los jesuitas de Úbeda donde yo estudiaba, tuve que recitar una de mis ingenuas composiciones poéticas y, mientras declamaba, pude comprobar cómo el profesor más riguroso del tribunal, cambiaba su gesto de siempre, hermético y severo, por otro amable. Era evidente que aquellos versos inocentes de un adolescente tenían el poder de conmover las almas:

«Araba un labrador la tierra/ el sol se estaba poniendo/ en el surco recién hecho/ caían sudor y semilla. /El trigo cayó al suelo/ el sudor se quedó dentro/ nació nueva la espiga/ pero ya no salió aquella. / Nacieron muchas ilusiones/ que se fueron sembrando/ por los campos míos andaluces. /Nacieron muchas virtudes/ de que se fueron llenando/ los campos mío españoles»

 Luego, leyendo a María Zambrano, aprendí que existe una razón poética, tan contundente como la geometría o la aritmética, que complementa el camino a la verdad.  Ciertamente, escuchar un poema declamado con ritmo por una voz armoniosa es un placer que, además del disfrute que produce, nos enriquece.

La Real Academia Española ha mejorado su web con unas secciones “Amamos la poesía” y “Cómicos de la lengua” en las cuales, como si fueran el rincón silencioso de un café, nos podemos aislar de tanto ruido mediático y tanto discurso mentiroso del ambiente. 


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