Muchachas de Villanueva de la
Reina (Andalucía) participantes en una recolección de uvas en el “Labrao”, por
los años cincuenta.
“Pa Santiago y Santa Ana pintan las
uvas y, pa la Virgen de Agosto, ya están maduras”.
Por los años cincuenta, en los
pueblos del mundo rural español, el trabajo y la diversión estaban marcados,
principalmente, por las faenas agrícolas. La recolección de la vid era la menos
sacrificada de todas las recolecciones y, muchas veces, el trabajo coincidía
con la diversión.
En mi pueblo –Villanueva de la Reina
(Andalucía)– el Guadalquivir pasa lamiendo sus casas y uno de los meandros que
forma el río está ocupado por parcelitas donde la vid convive con almendros,
nogales, higueras, olivos, perales…que forman un paisaje delicioso y cuyos
frutos, hasta el final del siglo pasado, constituían la principal fuente de supervivencia
de muchas familias.
La recolección de las uvas –blancas
y de la variedad Airén– se hacía al atardecer. Los racimos se limpiaban
cuidadosamente de los gajos picados y se colocaban, bien dispuestos, en
canastas para que, al día siguiente, de madrugada, mediante mulas se llevaran a la
plaza de Andújar para su venta.
Esa tarea la solía realizar la familia
del labrador, aunque muchas veces, los parientes y amigos también participaban.
Para los jóvenes del pueblo, aquella “tarea” era un acontecimiento alegre y divertido que comenzaba al atravesar el
río en las barquillas que Diego y Manuel gobernaban con la autoridad y pericia
de un almirante. La recolección se hacía entre cantos y bromas y la faena solía terminar con un banquete de aquellas uvas turgentes, blancas y jugosas y con olor a pámpano.
Texto e imagen de José Del Moral
De la Vega
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