Parajes concretos de Andalucía,
como los montes de Vva. de la Reina (Jaén), están produciendo aceites que son la
admiración del sector mundial de la restauración, manjares fundamentales en la sostenibilidad
del mundo rural que estamos obligados a catalogar para su justa valoración.
El aceite de oliva, mucho más que
un alimento, constituye uno de los elementos con los que se ha edificado la
cultura mediterránea. Ungidos con él son bautizados los cristianos cuando
entran a su fe, con él son despedidos de la vida en la extremaunción, y el
símbolo de la paz es una rama de olivo.
Este aceite ha sido, durante
miles de años, sustento de pobres y medicina de enfermos; él fue, hasta el
descubrimiento de la electricidad, fuente de iluminación; con él se han conservado alimentos cuando no
se conocía la industria del frío y, gracias a él, sin que tuvieran conocimiento
de ello, sus consumidores han tenido la tasa mundial más baja de cardiopatías.
El olivo es fundamental en el
equilibrio agroecológico de la agricultura mediterránea, genera oxígeno, fija
dióxido de carbono y evita la erosión del suelo; con sus hojas han ramoneado
rebaños y con su madera se han mantenido hasta antes de ayer los hornos de pan
de muchos de los pueblos españoles.
El olivar es base de la principal
actividad agroalimentaria de Jaén, que ha generado una importantísima riqueza y
propiciado el sustento de millones de personas
durante cientos de años. La mejora del cultivo y los sistemas de extracción de
aceite al final del pasado siglo ha sido extraordinaria, pero no ha sido igual
la mejora de su comercialización ni la tipificación del aceite, existiendo en
la actualidad diversos sistemas de producción (diferente densidad de
plantación, secano/regadío, distinta recolección…) que tienen influencia en las
características del aceite y de lo cual el consumidor no es informado en las
etiquetas del producto elaborado.
Actualmente, en las Vegas del
Guadiana, Guadalquivir, y en otras zonas del norte de África y Turquía se están
implantando miles de hectáreas de olivar de cultivo superintensivo (>1400
pies/ha, >20.000 kg/ha de aceituna) y extraordinariamente mecanizado
(recolección en 0,5 ha/h, con un coste aproximado de 150 €/h), sistemas de
cultivo con cuyos rendimientos es imposible que los olivares tradicionales (de
peana) puedan competir, si solo se valora la producción por su cantidad.
Un fenómeno similar (distintos sistemas
de producción no bien descritos al consumidor) ha ocurrido en España en el
sector del cerdo ibérico, y ello ha provocado, en los últimos años, la ruina del mismo, fenómeno
que de producirse en Jaén ocasionaría un desastre socioeconómico de proporciones
incalculables.
Ha llegado la hora –y son menos
cinco– de que todo el sector olivarero, junto al poder político, se sienten y armonicen
los distintos sistemas de producción del aceite de oliva con su calidad y comercialización.
Los olivares tradicionales –de peana
le llamaban antiguamente en mi pueblo– con un extraordinario valor
agroecológico, no pueden defender su viabilidad si solo se valoran por la
cantidad de aceitunas producidas.
Figs. y texto
originales de José Del Moral De la Vega
Qué razón tienes Pepe. Algunas zonas del norte de África están sufriendo una auténtica "fiebre" del olivo,con mega proyectos de plantación.Sólo hay un camino: hacer valer las diferencias y no bajar el listón de la calidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Javier Jiménez
Parece increíble, amigo Javier, que ante un terremoto anunciado, la gente no quiera dejar la fiesta. De todos modos, algunos ya lo hemos anunciado.
ResponderEliminarUn abrazo
El aceite de oliva es un verdadero regalo de Dios y lo ha sido desde tiempos inmemoriales, pero el avaro mercantilismo no repara en tradiciones y prefiere cantidad que calidad, es una lástima.
ResponderEliminarPor aquí en Colombia casi no hay olivares, esto hace que el aceite sea importado y su costo no esté al alcance de todos, solamente de los más pudientes.
Es cierto, amigo Rafael. Eso sería lo ideal, una producción mundial suficiente y asequible para cualquier economía, como debe ser para todos los alimentos, y una producción bien diferenciada por su cualidad para que se adquiriese como cualquier otro manjar.
ResponderEliminarUn abrazo