Campo de parcelitas para la selección de líneas de trigo
San Petersburgo es, probablemente, la ciudad más bella del hemisferio boreal, y sin duda, la ciudad rusa más impregnada de cultura occidental. En ella se acaba de celebrar un congreso mundial sobre el trigo (8th IWC). Más de seiscientos científicos de distintos países, razas y lenguas se han intercambiado sus conocimientos con el propósito decidido de luchar contra el hambre en el mundo, y por ello a esta asamblea, al margen de su valor científico, habría que calificarla de hermosa.
Sorprende que de los más de trescientos trabajos presentados, casi todos han versado sobre biotecnología y genética, y tan solo uno ha estado referido a agricultura, probable consecuencia de la preocupación social aparecida en los años ochenta del pasado siglo contra la utilización de dos de los más importantes factores productivos del cultivo –fertilizantes y plaguicidas-. Es un hecho que desde entonces, la alternativa al uso de fertilizantes y plaguicidas se ha buscado en el germoplasma de trigos primitivos, donde se han encontrado resistencias a factores bióticos y abióticos adversos, habiéndose obtenido variedades que han incrementado las producciones al tiempo que han evitado la contaminación del medio ambiente. ¿Pero se podrá seguir indefinidamente explotando esta “mina” de genes de resistencia?
Está suficientemente demostrado que en diversas especies de Aegilops –ancestro del trigo– hay un inmenso caudal de resistencias a factores adversos que estas adventicias han tenido que conseguir por selección natural, existiendo actualmente bancos de germoplasma para conservar dicha riqueza –en el Leibniz Institute of Plant Genetic existen actualmente más de 800.000 accesiones de Triticum y Aegilops¬; pero ante las inmensas posibilidades de mejora derivadas de la extraordinaria variabilidad del Aegilops, es evidente la necesidad de construir más bancos, no sólo para orientar los itinerarios de prospección en áreas geográficas de similares características ambientales, sino también para ampliar todo lo posible el catálogo de características fenotípicas de las plantas recolectadas, optimizando así la mejora derivada del germoplasma de este ancestro del trigo. En la Península Ibérica ya se está trabajando en ello, ¿será Aegilops la “key word” más citada en los trabajos de los próximos congresos mundiales sobre el trigo.
Espiga de Aegilops triuncialis
Imágenes y texto originales de José Del Moral De la Vega
Hola, querido José.
ResponderEliminarMe llama la atención, y confieso que se me hace precioso, el objetivo de este congreso al que has asistido.
Luchar contra el hambre del mundo se dice fácil y se escucha bonito, pero la verdad es que dentro de esa frase se encierra una encomienda extraordinaria, y por lo mismo, difícil... Cuidar y hacer crecer la tierra es trabajo sagrado, y así deberíamos saberlo todos, para ayudar a lograrlo, en la medida de nuestras posibilidades.
Te felicito, José. Tus experiencias en ese congreso deben ser tan valiosas que de seguro las guardarás y transmitirás como lo que son, un verdadero tesoro.
Un beso y un fuerte abrazo para ti.
Yo estoy convencido, Angélica, que el colectivo de científicos, a diferencia del que forman los políticos, los ideólogos, los banqueros...trabajan por el progreso de la humanidad de manera coherente, sin que la ambición económica o de poder sea el verdadero objetivo de sus trabajos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tue elogios, pero la aportación de mi equipo de trabajo a la mejora del trigo y, consecuentemente, a paliar el hambre en el mundo es como una pavesa en medio de una tormenta.
Muchas gracias.
Un abrazo