Que
algunos políticos mexicanos exijan a España que pida perdón por su acción
religiosa y cultural en México es, antes que otra cosa, una prueba de
ignorancia. Es incuestionable que todavía no se ha valorado suficientemente y
no se ha aprovechado la inmensa riqueza que ha producido el mestizaje entre
americanos y españoles, un fenómeno único en la historia de la Humanidad.
La música que nos ha llegado de allí en el siglo XVII es un ejemplo de ese
excelente patrimonio cultural. El malagueño Juan Gutiérrez de Padilla, maestro
de capilla de la catedral de Puebla, no solo formó a músicos en México, sino
que elaboró excelentes composiciones con influencias americanas, españolas y
africanas.
Esta composición de Juan Gutiérrez de Padilla (Tambalagumbá) es una muestra de ese mestizaje que, de tan fantástico, parece que fuera obra de ángeles, antes que de hombres. Escucharla con unos buenos auriculares y un volumen alto, similar al que tendríamos en una sala de conciertos, es sentirse paseando por encima del mundo.
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