EL FRUTO DE LA MENTIRA, LA TRAICIÓN O LA TRAMPA ES SIEMPRE LA RUINA


La Civilización que ahora disfrutamos sería otra muy distinta sin las obras científicas, del pensamiento o el arte de esas personas a las que consideramos genios y cuya aparición en determinados lugares y tiempos solo es debida al azar.

Independientemente del surgimiento de esos genios, el progreso de los pueblos se produce cuando millares o millones de personas coinciden en desarrollar su vida, al margen de creencias o ideologías, guiados por eso que llamamos valores o virtudes: sinceridad, bondad, fidelidad, esfuerzo, gratitud, perdón, etc. Cuando ese proceder no solo se desarrolla rutinariamente, sino que existe una voluntad decidida de trasmitirlo de generación en generación, es cuando ese pueblo progresa verdaderamente.



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