“El verde suave de los pastos, el verde más sombrío de los pinos, y el luminoso de las alturas eran como matices de un mismo espíritu revelados en un rostro. Nada pintoresco ni sentimental, solo la sencillez en medio de la grandeza. Aquella belleza que no publica su nombre, aquel espejo que no es pobreza, sino que compone con líneas esenciales su figura, he ahí lo que he buscado siempre, precisamente así, por todas partes, en los paisajes, en los libros, en los hombres incluso. ¡Y qué lejos me parece estar de encontrarlo! Pero siento que es mi deseo fundamental, y que siempre lo he tenido. “− Dime, aquella granja, allá abajo, al fondo, ¿la ves? − ¡Una casucha! − Una verdadera casa donde se podría pasar la vida. − ¿Para qué? − Para vivir. Aunque no fuese más que contemplando cómo se alarga la sombra del tejado hasta el arroyo.”
Marcel Arland. La música de los ángeles (1967)
Imagen: John Singer Sargent. Luces y sombras. Corfú (1909)
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