En Sevilla, cada rincón tiene una historia que todos conocen, y la ciudad entera es como un cuerpo vivo.
Sevilla es una de las ciudades referentes
en el mundo por su cultura y su belleza. Encontrar la razón de esa preeminencia
es fundamental para copiar el procedimiento y poder adquirir, como ella, la
admiración de los demás.
Sería ingenuo creer que esa
excelencia se debe a una sola razón, pero para mí, que he vivido mucho tiempo
en Sevilla, lo que diferencia a esta ciudad de las demás es el recuerdo que los
sevillanos tienen de la vida de sus ascendientes. Si se quiere conocer la historia
de la ciudad solo hay que pasear placenteramente por sus calles y, a cada paso,
se van viendo mosaicos con leyendas como estas: «En esta casa se juntaban, cada
jueves, los poetas “Amigos del Baratillo”». «En esta taberna, Antonio Pavón,
entre copa y copa, improvisaba bulerías por soleá con su primo Antonio». «En
este lugar, en la Semana Santa de 1885, resucitó Paca Rodríguez, que llevaba
muerta casi medio día, al pasar “El Cachorro” por delante de su puerta» …
Esa admiración –devoción más
bien– que los sevillanos tienen por los que los precedieron hace que se trasmita,
de generación en generación, un culto a su ciudad que la engrandece y, sobre
todo, le da vida –las ciudades que admiramos, más que monumentos, tienen vida:
Sevilla, Granada, Lisboa…–.
Los pueblos que progresan son
pueblos agradecidos a las buenas personas que los precedieron, y el mejor
agradecimiento que podemos tener con ellos es recordarlos y trasmitir su
memoria.
Imagen y texto de José Del Moral
De la Vega
Así lo pueblos perdurarán en la historia, manteniendo viva la memoria del pasado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es cierto, amigo Rafael.
ResponderEliminarUn abrazo