Observar a un niño jugar con las
sombras en una pared induce una ternura que esponja el alma -¡Las sombras!-
Lo que no tiene sombra no parece
existir, y quizá por eso la adquisición de conocimientos es como andar
persiguiendo sombras creyendo que, observándolas, conocemos lo que hay detrás.
Nuestros sentidos tienen escasa
capacidad para descubrir la realidad de la materia así como los fenómenos
derivados de esta, y lo que sabemos de ellos no es sino ”la sombra” que proyectan. Vivimos rodeados
de gravedad, magnetismo, electricidad…y todos creemos conocerlos, pero lo que
en realidad sabemos de ellos son sus efectos, porque ni la gravedad, ni el
magnetismo, ni la electricidad… son captados por nuestros sentidos –solo
sentimos “el rastro” que van dejando–.
Los científicos trabajan como
hormiguitas para descubrir poco a poco la naturaleza de los fenómenos que nos
rodean, pero creer que estamos a punto de desvelar la razón primera que los
produce es como pensar que conocemos todo sobre el mar porque hemos sacado un
dedalico de agua de su orilla.
Desde la candidez infantil hasta
el ingenio del científico, las vidas más
profundamente vividas parecen reducirse
a perseguir sombras ¿Descubriremos algún día lo que de verdad hay detrás?
Texto e imagen originales de José
Del Moral De la Vega
Después de algún tiempo de ausencia vuelvo a leerte, José, y me alegra encontrar una reflexión tan acertada... vivimos persiguiendo sombras, hasta la propia nuestra.
ResponderEliminarAbrazos.
Frente a la necedad del miedo a las sombras, está el placer de buscar la luz que las provoca.
ResponderEliminarTú eres un maestro en escudriñar los misterios de la vida..., Un abrazo amigo.
Menudas preguntas te gastas...Saludos
ResponderEliminar