Cuando joven, el hombre se afana
tras objetivos lejanos, músculos y sentidos son entrenados para alcanzar
pequeños logros y grandes satisfacciones, sucesión de éxitos que lo distraen de
sí mismo. Pero en el hombre, esas reiteradas voluntades no tienen siempre
correlación con las capacidades. A partir de un momento, los músculos se
reducen, la vista difumina los objetos, los sonidos son ruidos, el calor y el
frío se parecen, lo que antes era próximo y fácil se vuelve lejano y difícil, y
la tristeza enseñorea el alma.
“No corras. Ve despacio/ que donde tienes que
ir/ es a ti mismo…” –dice Juan Ramón Jiménez. Y cuando esto se ha aprendido y
llega el momento en que se afloja el músculo y los sentidos desaparecen, el
alma se va reduciendo a un punto oscuro y silencioso del cual los místicos
afirman que surge la luz verdadera, el encuentro con uno mismo y la ansiada
plenitud.
–Pablo d´Ors ha escrito la obrita
“Biografía del silencio”, una linternica
que nos puede servir para encandilar la vida.
Imagen y texto de José Del Moral
De la Vega.
Hola, mi querido José. ¡Qué bien escribes! Voy a buscar esa obra de Pablo d'Ors. En verdad que con el paso del tiempo es una realidad que la vida la concebimos diferente, y afirmaría, sin miedo a equivocarme, que en todo su esplendor.
ResponderEliminarUn beso.
P.D. ¿Conoces la araucaria?
¡Oh! Cuánto tiempo sin entrar al blog.
ResponderEliminarNo conozco la Araucaria.
Un beso
La felicidad pasa por el silencio, que maravillosa línea, encapsula travesías del recogimiento, la vida y el sonido se convierte en alegría.
ResponderEliminarSaludos José.