Composición
de Lecuona que muestra, en clave musical, el alma de esta hermosa tierra.
Desde
1978, año en que los españoles aprobamos la Constitución actual, fecha que
podemos considerar como el comienzo real de la democracia en España, en
Andalucía se ha producido un progreso que ni en sueños imaginábamos entonces:
creación de nuevas universidades, institutos, bibliotecas, mejora
extraordinaria de puertos y aeropuertos, de la red de carreteras y
ferroviarias, de las viviendas de sus ciudadanos, se han creado innumerables
residencias de la tercera edad, estructuras deportivas populares, centros de
investigación, se han organizado parques naturales en áreas de especial interés
ambiental, se han promovido miles de organizaciones culturales… Todo eso se ha debido,
principalmente, al marco jurídico que propicia y ampara nuestra Constitución de
1978. Muchas cosas no se han hecho -y no lo entendemos-, otras se han hecho mal –y nos duele-– y muchos políticos y no
políticos se han enriquecido con el dinero que debería haber ido al pueblo –nos
escuece el alma al recordarlo–. Si nada es inmutable, nuestra Constitución
tampoco, por lo que habrá que corregirla para mejorarla; pero destruirla,
cuando ha sido la que más frutos ha dado a los españoles en toda su historia sería,
una vez más, cambiar una hermosa herencia por un plato de lentejas. Todos los
pueblos andaluces deberían tener un monumento a la Constitución de 1978 –el mío
lo tiene, y bien bonito; lo hizo Miguel Peinado–.
Texto original de josé del moral de la vega
Hola, José, cordial saludo.
ResponderEliminarUn gusto volver a leerte, te cuento que por aquí cambiamos la constitución en el año 1.991, pero parece que fue para mal, porque el país poco ha cambiado. Me alegra que por allá las cosas hayan sido diferentes.
Leí la entrada anterior, al Guadalquivir, y me ha impresionado el gran amor por tu tierra.
Abrazos.