El científico actual se asombra
al desvelar el poder de una planta para transformar lo infinito en finito, pero
mucho antes, el labrador descubrió que esa planta era bella, y nada más. ¿Será tan valiosa la eficacia como la belleza, o serán
dos caras de la misma esencia?
La planta, merced a su DNA,
cambia lo infinito de la naturaleza –el aire, el agua, los minerales y la luz–
en materia finita. La vaca se nutre de la planta, el hombre se come a las dos, y el alimento se
transforma en pensamiento, palabra y hechos buenos o bellos que nos emocionan,
sin que alcancemos nunca a descubrir cuánta
es su energía ni a dónde irá esta a parar.
La maceta que ha colocado mi
hermana al borde del mirador del jardín, con el sol de las once haciendo
sombras en la cal de la pared, crea un cuadro que emociona ¿De dónde vendrá y
adonde irá esta belleza sencilla y gratuita del patio de mi casa?
Texto y figuras de José Del Moral
De la Vega
Hola, querido José.
ResponderEliminarNo sé contestarte esas preguntas que planteas, ni lo intento, no vaya yo a hacer el ridículo ante la sabiduría que exhala la naturaleza. Lo que sí puedo decirte es que, aún hoy, me extasío ante la belleza y sencillez de tu rosa, engalanada con perlas del más puro rocío.
Gracias por compartirnos siempre tu sensibilidad y ternura.
Un beso.
Querida Angélica, tu nunca haces el ridículo, y a esas preguntas no puede contestar nadie porque ellas forman parte lo lo sagrado.
ResponderEliminarUn beso
Uno simplemente se maravilla primero, luego viene la ciencia a hacer las preguntas, que personalmente, creo que también acarrean la belleza de ese infinito por descubrir!
ResponderEliminarSaludos José,
pd, mi hermana mayor siempre se asegura de poner plantas con flores por doquier!
Es cierto, Beatriz, primero funciona la intuición, y después, a veces, llega la ciencia.
ResponderEliminarUn saludo