Los músicos, capaces de transformar unas frotaciones, unos golpes o unos
soplidos en sonidos bellísimos y emocionantes, son un ejemplo de que en el
virtuosismo –la virtud-, fundamento de la aristocracia espiritual, hay un
principio natural de autoridad para el gobierno de la humanidad –Humanismo-.
Escucha hermano/ la canción
de la alegría/ el canto alegre del que espera/ un nuevo día.
Ven, canta, sueña cantando/
vive soñando el nuevo sol/ en que los hombres/ volverán a ser hermanos/…Es una parte de la letra del último movimiento de la novena
de Beethoven, movimiento que interpreta la Orquestra Simfònica del Vallès en un
vídeo que recoge el concierto. En este, realizado en una plaza de Sabadell,
aparece primero un músico vestido de rigurosa etiqueta. Una niña le mira
sorprendida y, como si se tratara de un vagabundo, le da una moneda. Poco a
poco van apareciendo más músicos, cada uno con su instrumento, aunque vestidos
de manera informal. La música suena cada vez más compleja y perfecta, y el
público que hay en la plaza, cuyas caras asombradas va recogiendo la cámara,
termina por rodear a los instrumentistas.
Al final del movimiento la música ha conseguido su objetivo,
y en una explosión gozosa de alegría, virtuosos y espectadores, emocionados,
parecen sentirse hermanos.
El vídeo, además de mostrar un concierto, es toda una lección de
sociología, una propuesta de que cuando la aristocracia, la verdadera, la que
está basada en los valores, el pensamiento, el arte, la ciencia, etc. se pone
al servicio del pueblo, este la reconoce y admira, pudiendo surgir de ahí una
forma de convivencia –la aristocracia de los valores y el pueblo- capaz de
llevar a la humanidad a un mundo feliz, a ese con el que soñaba Beethoven
cuando, en el siglo XIX, componía la sinfonía.
Imagen y texto de José Del Moral De la Vega
Espectacular¡¡¡¡¡
ResponderEliminarMe ha encantado.
Muchas gracias, Pepe, por compartirlo.
Un abrazo.
Me alegra que te haya gustado.
ResponderEliminarUn abrazo
Una de esas composiciones de último deseo.
ResponderEliminarLa otra tarde mi marido nos decía de dos canciones que le gustaría se tocaran en su funeral...yo me quede pensando en qué canción me gustaría, y sólo pude pensar en ésta.
Bella, bella.
Saludos.
Es una música llena de esperanza, Beatriz.
ResponderEliminarUn abrazo