Las diversas manifestaciones de
la vida son fruto de una extraordinaria y precisa orquestación de moléculas y
energía cuya contemplación, muchas veces, provoca en nosotros la emoción. Cuando
mediante la ciencia somos capaces de aproximarnos al conocimiento de los
procesos que han intervenido en esas manifestaciones vitales, la emoción
producida tiende a la espiritualidad.
¡Era cierto. El Bosson de Higgs
existe! Pero ese descubrimiento, por si mismo no es lo más importante. Lo
verdaderamente maravilloso es que esa partícula, como la llave de una puerta
que abriera un mundo mágico, nos descubrirá otros muchos secretos inimaginables
que, una vez más, nos llevarán a una
afirmación incontestable: el descubrimiento de algo nuevo permite intuir como
hipótesis otras realidades nunca sospechadas, de manera que lo que realmente se
incrementa con todo nuevo conocimiento es la conciencia de nuestra ignorancia.
Texto y figuras de José Del Moral
De la Vega
Qué cierta tu reflexión acerca de que mientras más sabemos, más nos damos cuenta de lo que ignoramos, querido José; pero lo que más me ha gustado de tu escrito es esa llama que prendes a la espiritualidad y que tan bien y tan cálidamente se te da explicarnos. Gracias.
ResponderEliminarLa foto está preciosa.
Un beso.
La mejor forma de aprender algo es descubrirlo por uno mismo. Quizá esta es una de las funciones de la ciencia, que el género humano aprenda lo insignificante que es.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
La historia de la ciencia, querida Angélica, está llena de ejemplos en los cuales comprobamos que los científicos más destacados -Pasteur, Einstein, etc- tienen a la ciencia como uno de sus caminos a la espiritualidad.
ResponderEliminarTienes razón, amigo Javier, tu sabes muy bien que la soberbia no es, precisamente, una característica de los mejores científicos.
Un abrazo