Margatania F.C. En toda su corta historia, este equipo alevín no ha ganado un solo partido, ni siquiera han llegado a marcar un gol. Y sin embargo… No se trata de fútbol, este video nos habla de más cosas, y lo hace de una manera encantadora.
Verdaderamente, este video nos deja sembrada una semilla buena, la de la esperanza, y lo hace, como bien dices, de manera encantadora, querido Diego.
¡Si tan solo tuviésemos una poca de alegría y fe en lo que hacemos, igual que esos pequeños niños, cómo cambiaría el mundo!
-...pero el día en que yo meta gol... ¡ese día...!-, afirma uno de ellos, con una sonrisa de corazón y la firme convicción de que su trabajo lo llevará a la meta anhelada...
Gracias, Diego. Aportaciones como esta nos llenan el alma de cosas buenas y dulces.
Es curioso… Al igual que los adultos, estos niños tienen su experiencia del fracaso, y además tan continuado que se podría hablar de hábito, un hábito de fracaso. Hay que situarse en su perspectiva de niños y pensar lo que esto les supone. Y sin embargo no pierden ni la alegría ni la fe, sino todo lo contrario ¡se los ve resplandecientes! ¿Cuál es su secreto? Yo creo que mientras los adultos sigamos utilizando el adjetivo pueril en el (mal) sentido que ahora le damos, no llegaremos a saberlo. Un fuerte abrazo, Angélica, y gracias a ti por tus palabras. Diego
Verdaderamente, este video nos deja sembrada una semilla buena, la de la esperanza, y lo hace, como bien dices, de manera encantadora, querido Diego.
ResponderEliminar¡Si tan solo tuviésemos una poca de alegría y fe en lo que hacemos, igual que esos pequeños niños, cómo cambiaría el mundo!
-...pero el día en que yo meta gol... ¡ese día...!-, afirma uno de ellos, con una sonrisa de corazón y la firme convicción de que su trabajo lo llevará a la meta anhelada...
Gracias, Diego. Aportaciones como esta nos llenan el alma de cosas buenas y dulces.
Un beso desde México.
Es curioso… Al igual que los adultos, estos niños tienen su experiencia del fracaso, y además tan continuado que se podría hablar de hábito, un hábito de fracaso. Hay que situarse en su perspectiva de niños y pensar lo que esto les supone. Y sin embargo no pierden ni la alegría ni la fe, sino todo lo contrario ¡se los ve resplandecientes! ¿Cuál es su secreto? Yo creo que mientras los adultos sigamos utilizando el adjetivo pueril en el (mal) sentido que ahora le damos, no llegaremos a saberlo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Angélica, y gracias a ti por tus palabras.
Diego