El aceite virgen de oliva, como aperitivo, es un símbolo que distingue a los mejores restaurantes.
A Iván Hernández, jefe de cocina
de La Alacena de las Monjas,
que ha sabido descubrir que la cocina,
más que remedio para el cuerpo,
es gozo para el alma.
El manuscrito se encuentra en un estado lamentable, pero afortunadamente se ha podido restaurar en su mayor parte. Los versos ya traducidos al español son de una extraordinaria sencillez: …Vestida sólo por la luz /y hasta el amanecer. /Con el sabor en mi boca /del jugo de unas aceitunicas que encienden la alegría /te estuve esperando /amor…
De los estudios paleográficos realizados sobre el manuscrito que acaba de ser descubierto en Granada, se deduce que está escrito justo en el tiempo del final de los nazaríes. Coincide esto con una teoría, esbozada solo a sus amigos por el insigne arabista, conde de Alixares, de que existió en Granada un cenáculo de mujeres, patrocinado por Fátima, una hija del general Al-Attar, de donde surgieron las más variadas obras de pensamiento, botica y hasta de cocina.
Al ser conquistada Granada, la reina Isabel se lo cedió a unas monjas para que instalaran en él un convento, encontrándose éstas con un tesoro de culinaria en el cual descubrieron maravillosos secretos sobre hortalizas que curaban la erisipela, frutas que restauraban la virginidad perdida y, sobre todo, de un aceite que producía la alegría.
Al encontrarse ahora este manuscrito y desvelarse el verso: “del jugo de unas aceitunicas que encienden la alegría” muchos han creído ver una confirmación de la existencia real de ese aceite ¿pero dónde estarán esos olivos?
Parece que sobre aquel convento de Granada se encuentra ahora el restaurante “La Alacena de las Monjas”, y su jefe de cocina, participando de la inquietud que ha despertado ese aceite, y por descubrir dónde están esos olivos, cada mes selecciona uno de distinto lugar que, como aperitivo, da a probar a sus comensales…
¿Estará en Andalucía esa mescalina que llevo a Huxley a ver el Paraíso…, pero sin contraindicaciones?
Imagen y texto de José Del Moral De la Vega
que ha sabido descubrir que la cocina,
más que remedio para el cuerpo,
es gozo para el alma.
El manuscrito se encuentra en un estado lamentable, pero afortunadamente se ha podido restaurar en su mayor parte. Los versos ya traducidos al español son de una extraordinaria sencillez: …Vestida sólo por la luz /y hasta el amanecer. /Con el sabor en mi boca /del jugo de unas aceitunicas que encienden la alegría /te estuve esperando /amor…
De los estudios paleográficos realizados sobre el manuscrito que acaba de ser descubierto en Granada, se deduce que está escrito justo en el tiempo del final de los nazaríes. Coincide esto con una teoría, esbozada solo a sus amigos por el insigne arabista, conde de Alixares, de que existió en Granada un cenáculo de mujeres, patrocinado por Fátima, una hija del general Al-Attar, de donde surgieron las más variadas obras de pensamiento, botica y hasta de cocina.
Al ser conquistada Granada, la reina Isabel se lo cedió a unas monjas para que instalaran en él un convento, encontrándose éstas con un tesoro de culinaria en el cual descubrieron maravillosos secretos sobre hortalizas que curaban la erisipela, frutas que restauraban la virginidad perdida y, sobre todo, de un aceite que producía la alegría.
Al encontrarse ahora este manuscrito y desvelarse el verso: “del jugo de unas aceitunicas que encienden la alegría” muchos han creído ver una confirmación de la existencia real de ese aceite ¿pero dónde estarán esos olivos?
Parece que sobre aquel convento de Granada se encuentra ahora el restaurante “La Alacena de las Monjas”, y su jefe de cocina, participando de la inquietud que ha despertado ese aceite, y por descubrir dónde están esos olivos, cada mes selecciona uno de distinto lugar que, como aperitivo, da a probar a sus comensales…
¿Estará en Andalucía esa mescalina que llevo a Huxley a ver el Paraíso…, pero sin contraindicaciones?
Imagen y texto de José Del Moral De la Vega
Que interesante José esta historia, la comida tiene sus secretos también...
ResponderEliminar¡Ni nos los podemos imaginar,Carla!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita.
Un abrazo
“del jugo de unas aceitunicas que encienden la alegría”: creo que esas aceitunicas se encuentran aquí, en mi pueblo, en la Sierra Espadán. Una buena rebanada de pan de pueblo con un chorritón de aceite recien elabarado, con su sabor y olor a oliva recien cogida,tomado en el deseyuno te dán alegria para todo el día.
ResponderEliminarNo lo dudo, Alcudia de Veo. Y te aseguro que si lo encuentro en algún establecimiento lo voy a comprar. Y si me das pistas te lo agradezco.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita.
Un abrazo
Pepe, se me ha hecho la boca agua. Por cierto que he descubierto un aceite del Alentejo próximo a nosostros que no le tiene envidia a ninguno.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues esos descubrimientos son para compartirlos con los amigos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita, Luis.
Un abrazo
Debe ser que cada restaurante antiguo encierra una historia sobre su comida, es maravilloso rememorar como lo has hecho Pepe.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Pues si vieras cómo se come, Beatriz?
ResponderEliminar¿Y pensar que cuando estuviste en España con tu familia, la mayoría de las veces comisteis en Mcdonalds?
Un abrazo
Es verdad Jose... ni lo podemos imaginar...
ResponderEliminarBesotes!
Querido José, ahora que he leído tu relato, me han dado muchas ganas de ir a conocer ese convento tan antiguo convertido en restaurante. Seguro que el día que lo visite, lo miraré con ojos diferentes y sintiendo esa -alegría especial- cuando deguste el aceite que me sirvan.
ResponderEliminarGracias por todo lo que nos traes.
Un abrazo.
Pues sí, ganas me has dado de ir a conocer y a probar "el jugo de las aceitunicas".
ResponderEliminar¡Es fantástico conocer historias y versos unidos a la comida!
Iremos a la Alacena de las Monjas. Seguro.
Un saludo y un abrazo
Muchas gracias por vuestra visita, Carla, Angélica y Matilde. Estad seguras que os acompañaríamos a visitarlo si deciérais pasar por allí.
ResponderEliminarUn abrazo
Bonito sitio, buena comida y en la calle paralela a mi casa, en el precioso barrio del Realejo. Como he comentado en mi blog, no tenemos escusa para no comer juntos y charlar con un buen vino.
ResponderEliminarEspero que nos veamos pronto, y que tengamos un buen 2012. Un abrazo, Javier