Rincón de un patio de Villanueva de la Reina (Andalucía, España)
A mi amiga Lola Ortega, directora de PHYTOMA ESPAÑA,
para que conozca el rincón por donde llegan algunas de las ideas
que luego aparecen publicadas en su revista.
Uno de los elementos más originales de la cultura mediterránea es el patio.
En él coincide la familia para solazarse o para realizar pequeñas faenas domésticas. Esta estancia es un lugar de aislamiento o de encuentro. En él se halla el pozo, si hay agua en el subsuelo, y en él está el aljibe, para recoger la lluvia. En el patio los niños aprenden a andar y corretear durante sus primeros años. Las plantas, en macetas, adornan sus paredes y perfuman la casa. Sombreado por parrales, en el verano es el lugar ideal para esconderse del sol. Y en las noches sin luna, con buen tiempo, tumbado boca arriba, se puede disfrutar del espectáculo que ofrece el cielo estrellado.
En unos estudios realizados sobre más de treinta mil páginas de legajos de Villanueva de la Reina (Andalucía, España), en el siglo XVIII, pude comprobar que sus casas, según el número de habitaciones, la superficie, la forma constructiva… se podían agrupar en cinco categorías, pero todas, hasta las más pobres, poseían un patio. Probablemente, la gente de aquel tiempo pensaba que tener una casa sin patio era como no tener casa.
Las ruinas romanas nos hablan de su importancia y su belleza, y en Andalucía existe una historia, preciosa, sobre el deseo de un rey poeta en la Edad Media.
–Alarife, quiero que me construyas un nuevo palacio.
–¿Y cómo quieres que lo haga, señor?
–Haz un gran patio, y si te sobra espacio, construye algunas habitaciones.
Es muy probable que esta estancia sea uno de los símbolos más potente del claustro materno, que perdemos al nacer, y del jardín del Edén, del que fuimos expulsados. El patio es el paso del artificio (construcción) a la naturaleza, el nexo entre lo abierto y lo cubierto…
Don Antonio Machado decía: Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla/y un huerto claro donde madura el limonero/…
Y es que los patios andaluces son como un inmenso escenario –auténtico–, donde se escenifica la vida –de verdad–.
“El patio de mi casa es particular…” es la letra de una canción que cantaban los niños españoles hace mucho tiempo. Porque en España, cada uno tenía su patio, y el que no, no tenía nada.
«¡Ay, el patio de mi casa!»
Imagen y texto de José Del Moral de la Vega
Uno de los elementos más originales de la cultura mediterránea es el patio.
En él coincide la familia para solazarse o para realizar pequeñas faenas domésticas. Esta estancia es un lugar de aislamiento o de encuentro. En él se halla el pozo, si hay agua en el subsuelo, y en él está el aljibe, para recoger la lluvia. En el patio los niños aprenden a andar y corretear durante sus primeros años. Las plantas, en macetas, adornan sus paredes y perfuman la casa. Sombreado por parrales, en el verano es el lugar ideal para esconderse del sol. Y en las noches sin luna, con buen tiempo, tumbado boca arriba, se puede disfrutar del espectáculo que ofrece el cielo estrellado.
En unos estudios realizados sobre más de treinta mil páginas de legajos de Villanueva de la Reina (Andalucía, España), en el siglo XVIII, pude comprobar que sus casas, según el número de habitaciones, la superficie, la forma constructiva… se podían agrupar en cinco categorías, pero todas, hasta las más pobres, poseían un patio. Probablemente, la gente de aquel tiempo pensaba que tener una casa sin patio era como no tener casa.
Las ruinas romanas nos hablan de su importancia y su belleza, y en Andalucía existe una historia, preciosa, sobre el deseo de un rey poeta en la Edad Media.
–Alarife, quiero que me construyas un nuevo palacio.
–¿Y cómo quieres que lo haga, señor?
–Haz un gran patio, y si te sobra espacio, construye algunas habitaciones.
Es muy probable que esta estancia sea uno de los símbolos más potente del claustro materno, que perdemos al nacer, y del jardín del Edén, del que fuimos expulsados. El patio es el paso del artificio (construcción) a la naturaleza, el nexo entre lo abierto y lo cubierto…
Don Antonio Machado decía: Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla/y un huerto claro donde madura el limonero/…
Y es que los patios andaluces son como un inmenso escenario –auténtico–, donde se escenifica la vida –de verdad–.
“El patio de mi casa es particular…” es la letra de una canción que cantaban los niños españoles hace mucho tiempo. Porque en España, cada uno tenía su patio, y el que no, no tenía nada.
«¡Ay, el patio de mi casa!»
Imagen y texto de José Del Moral de la Vega
Pepe,
ResponderEliminarEs una magnifica idea lo de la continuidad del vientre materno que le dan los patíos al ser humano, pues hay también la teoria de la casa maternal.
Es un placer conocer las casas.
que tengas una linda semana
No te puedes imaginar, Beatriz, lo bonitos que son los patios españoles, los de Córdoba, Sevilla, Palma...y el de mi casa -que es particular-
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita y tu comentario.
Un abrazo
Qué bonita la historia del rey que mandó construir el patio-palacio y qué sugerente la idea del patio como metáfora del claustro materno. Un invisible cordón umbilical recoge el agua en el aljibe y la distribuye en el pozo. Un claustro materno en el que se juega, se ríe, se come, se piensa, se dormita, se lee ...
ResponderEliminarQuizá construyamos patios y nos construyamos en los patios por esta nostalgia del vientre materno -o del Edén- en el que , dicen, fuimos felices.
Efectivamente, Matilde. Si en lugar de vivir agobiados en pisos, lo hiciéramos en casas con patio, a lo mejor eramos más felices.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita y tu comentario.
Un abrazo
Cuando mi hijo, Diego, se ha acercado a la pantalla y ha visto la foto......sabéis que ha dicho?......VILLANUEVA!!!!......que os parece??
ResponderEliminarQuerido José,
ResponderEliminarAl escucharte, no puedo dejar de evocar el patio de la casa de mi abuelita María. Era grande y sencillo, pero yo siempre lo vi precioso; estaba al centro de las recámaras y tenía piso de cemento y macetas por todo el derredor. En él, pasaba los veranos al lado de mis primos, y en verdad era así, porque no recuerdo haber entrado a la casa sino para comer y dormir solamente.
Nunca olvidaré la dulce libertad que nos brindaba ese patio. Era como una puerta a nuestra imaginación, donde el mundo quedaba atrás y los sueños podían realizarse si jugábamos en él a ser grandes... Ah! Pero cuando caía la tarde, los grandes se apropiaban de él, y permanecían allí horas, entablando pláticas salpicadas de risas y comentarios que nunca comprendía.
Antiguamente, los patios estaban al centro de las casas, ¿sería que los constructores sabían que ese lugar era el corazón de los hogares?
Como siempre, tus relatos nos llegan al alma y nos hacen reflexionar. Gracias, José.
Un beso grande para ti.
Maravilloso, Fran. Ese niño está llenando la despensa de su alma de imágenes y ambientes entrañables que se convertirán en símbolos potentes, y le servirán para que, cuando pase mucho tiempo, los demás digan "¡qué personalidad!".
ResponderEliminar¡Qué alegría, saber que las emociones, como en un genoma, también se trasmiten!
Un fuerte abrazo
¡Qué lindo ese patio de tu abuelita! -¿Verdad, Angélica?-.
ResponderEliminarY qué alegría saber que esta estancia, convertida en símbolo, ha ido volando por la historia de romanos, españoles..., y ha llegado a América. ¡Qué emocionante descubrir que la cultura, como un DNA espiritual, se trasmite y se va heredando de generación en generación.
Una alegría recibirte y escuchar tus comentarios.
Un abrazo
Me encanto esta entrada tan íntima
ResponderEliminarPreciosa la foto.Da mucha paz
Eres muy generosa, Carla.
ResponderEliminarGracias por tu visita y tu comentario.
Un abrazo
Hola, José:
ResponderEliminarLlego hasta tu espacio por intermedio de Carla, es un rincón muy acogedor.
"¡Ay, el patio de mi casa!"
Cuantos recuerdos encierra una sola frase; me deja tu entrada, el alma llena de nostalgias, más aún al contemplar tan bella imagen.
Saludos.
Muchas gracias por tu visita y tu comentario, Rafael. Nos alegrará, a partir de ahora, verte por aquí y leer tus mensajes.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Cuántos recuerdos tengo yo de ese patio! La foto me ha hecho regresar y me ha tenido ensimismada un tiempo.
ResponderEliminarMe alegró mucho encontrarte y saber de vosotros.
Seguiré pasando por aquí.
Besos.
Nosotros también nos alegramos mucho, Ana.
ResponderEliminarEsperamos y deseamos que nos sigas visitando.
Un abrazo