Protegimos a nuestros por qué con la confianza y la confidencia, pero son siempre exigentes y necesitaron de otra compañera más: la fidelidad. Policía que por muy amable que intente mostrar su gesto siempre cuestiona todos nuestros planteamientos con preguntas que golpean la base de lo que construimos, y para que no nos termine de derribar nos protegemos de manera inmediata de otra compañera más: la coherencia, ese repelente de insectos que no evita el que se te acerquen, pero sí el que te piquen, y el día que se te olvida, una roncha te recuerda que en ese momento renunciaste a ella. El niño madura sin renunciar a su origen, a su alumbramiento inicial, a su por qué que le abrió todos los demás. Tal vez ése sea el secreto de Sócrates con su Mayeútica (atribución tradicional, que no real), término griego que se traduce por “la partera”, sabía que el conocimiento no se impone, se descubre o no se descubre, y siempre llega a través de lo que somos capaces de preguntarnos y aguantarnos las preguntas. El maestro no tenía que dar ningún conocimiento, no es suyo, simplemente ayudar a que llegase al final de su gestación y en la persona diese a luz. Así nos encontraríamos de parto continuo, desplazándonos de un parto a otro, siendo seres con capacidad de proyectar, de crear –construir de la nada-, por eso cuando dejamos de parir tal vez nos convertimos en una parida, dejamos el infinitivo y lo transformamos en un participio, de crear –infinitivo- a creado –definitivo- (qué sorprendente es el lenguaje), y en ese momento renunciamos a nuestro eternidad que ni la manzana nos quitó…Solo nosotros mismos tenemos la capacidad de negárnosla. “Elí, Elí lama sabactani (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)”…Jesús muere con un por qué a su Padre…Le devuelve la pregunta que le dio un camino…Jamás renunció a ella…No podía ser de otra manera: el amor no puede renunciar a ella.
Pero si el por qué ha de mantenerse con la coherencia que soporta una fidelidad para proteger a la confidencia y la confianza que le dieron autonomía, un error muy pequeño de cualquiera de nuestras múltiples interacciones puede hacer caer este pequeño castillo de naipes, el por qué sigue siendo un desprotegido muy débil, como esa molécula autorreplicativa que dio origen a lo que hoy llamamos vida. Necesitamos abrirle un seguro de vida: el perdón…Y “quien esté libre de culpa que tire la primera piedra”. Lo pregunta se ha hecho tan pobre que necesita de todos; sin desprenderse salió ya tanto de nosotros que se hizo débil, y la que salió para darse, si quiere regresar necesita aprender a recibir…Y agachando la cabeza en el hombro del otro le permite volver a levantarla para dejar su propio hombro abierto para el siguiente, con la misma fuerza que le da la coherencia restaurada, su fidelidad confiada y su confidencia de nuevo reconocida…Y múltiples nuevos por qué que no se han cerrado en falso porque no hay motivos exculpantes, solo perdón…E intentar comprender sin buscar hacerlo…Solo querer que podamos seguir preguntando, amando…Creando.
¿No será que el por qué no se puede seguir formulando si no se asume la realidad de equivocarse?
¿No será que no puede haber por qué si no hay perdón?
Y ¿No será el perdón la clave que nos hace mantener la percepción de lo trascendente?
Tal vez haya que volver a fijarse en esos niños que se abrazan después de haberse magullado con saña y dicen a sus padres: “es mi amigo”, aquellos mismos que en la noche de Reyes no son capaces de dormir porque, quizás…Ya están en su sueño.
Pero si el por qué ha de mantenerse con la coherencia que soporta una fidelidad para proteger a la confidencia y la confianza que le dieron autonomía, un error muy pequeño de cualquiera de nuestras múltiples interacciones puede hacer caer este pequeño castillo de naipes, el por qué sigue siendo un desprotegido muy débil, como esa molécula autorreplicativa que dio origen a lo que hoy llamamos vida. Necesitamos abrirle un seguro de vida: el perdón…Y “quien esté libre de culpa que tire la primera piedra”. Lo pregunta se ha hecho tan pobre que necesita de todos; sin desprenderse salió ya tanto de nosotros que se hizo débil, y la que salió para darse, si quiere regresar necesita aprender a recibir…Y agachando la cabeza en el hombro del otro le permite volver a levantarla para dejar su propio hombro abierto para el siguiente, con la misma fuerza que le da la coherencia restaurada, su fidelidad confiada y su confidencia de nuevo reconocida…Y múltiples nuevos por qué que no se han cerrado en falso porque no hay motivos exculpantes, solo perdón…E intentar comprender sin buscar hacerlo…Solo querer que podamos seguir preguntando, amando…Creando.
¿No será que el por qué no se puede seguir formulando si no se asume la realidad de equivocarse?
¿No será que no puede haber por qué si no hay perdón?
Y ¿No será el perdón la clave que nos hace mantener la percepción de lo trascendente?
Tal vez haya que volver a fijarse en esos niños que se abrazan después de haberse magullado con saña y dicen a sus padres: “es mi amigo”, aquellos mismos que en la noche de Reyes no son capaces de dormir porque, quizás…Ya están en su sueño.
Imagen: Álvaro Martín Morillo. Texto: Jerónimo Del Moral Martínez.
¡Increíble discurso querido Jerónimo!
ResponderEliminarPara la mayoría de la gente, principalmente los niños, los -por qué- llevan detrás un anhelo oculto, un deseo profundo y casi dormido de aceptación, de reafirmación de los sueños que engendra el corazón, como si se esperara con fe una respuesta cubierta de amor y entregada con la mayor de las sonrisas...
Al leerte, no puedo dejar de recordar las bellas palabras de Nuestro Señor Jesús, cuando nos exhortó a creer en ellas, porque así "...conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". (Juan 8, 31-32)
¿Por qué las recuerdo? Efectivamente... Porque sin preguntar no se puede llegar a conocer, incluso si el -por qué- es silencioso y mudo... Ya sabemos que el corazón tiene su propio lenguaje, sutil y bello, pero sediento de saber y encontrar las respuestas de la vida.
Perdona si me alargué querido Jerónimo. Me ha gustado mucho y me ha parecido excelente tu segundo escrito.
Gracias por ser y pensar así.
Un beso grande.
Hermoso lo que escribiste hoy!
ResponderEliminarCuanta razon en tus letras...
Que cierto ese final!
Muy preciso y precioso josé, un gusto conocer tu espacio!
ResponderEliminar=) HUMO
(Para Angélica)
ResponderEliminarTal vez es que si hay un por qué solo puede darse en silencio...Porque se busca una continuidad, y encontrarla en el bullicio es difícil...de hecho al final las respuestas-pregunta al final aparecen, surgen, nos sorprenden...Es el contraste...No vemos si no hay un claro que separe el obscuro (me gusta seguir incluyéndole la b), y el silencio es nuestra base, si no terminamos falseándonos los por qué más importantes.
Me alegro que te haya gustado y sobre todo que hayas podido sentir a Jesús en el escrito, eso significa que a pesar de todo sigue contando con nosotros.
Lo interesante es abrir diálogo, así que en absoluto me importa que te alargues.
Otro beso.
(Para Carla)
ResponderEliminarTrabajo con niños y adolescentes, aunque sea una reflexión continua desde la antigua grecia e incluso anterior, no recordármela todos los días sería de ser completamente ciego.
Me gusta que lo hayas encontrado certero.
Saludos
(Para Humo)
ResponderEliminarEs estupendo que disfrutes con este espacio, gracias por el comentario.
Saludos
Querido Jerónimo,
ResponderEliminarJesús siempre cuenta con nosotros. Es el mundo quien, sin saber lo que pierde, no cuenta con Él...
Gracias por tu respuesta. Te sigo leyendo.
Un beso más.
Querida Ángela:
ResponderEliminarEra una forma de expresar como una sorpresa el que lo siga haciendo, porque el hecho no deja de ser un regalo, y al final, sin darmos cuenta, lo terminamos reclamando como un derecho...y termina cargándose las culpas de todo, como siempre ¿cierto?.
La continuación espero que ya sea más práctica, porque todo esto surgió de construir la base suficiente para explicar algo que he hecho con mis alumnos. Espero poder concluirlo en la tercera parte.
Agradecido de disfrutes con lo que escribo.
Un beso grande.
Jerónimo
El por qué es algo que me pregunto siempre y trato de encontrar la respuesta apropiada. El Señor nos dio la razón para disernir y los cuestionamientos son imprescindibles para poder razonar. Excelente entrada, Jerónimo.
ResponderEliminarSaludos!
Es el mejor antienvejecimiento, la fuente de la eterna juventud...Mi profesora de filosofía del instituto nos dijo en una clase que le sorprendía lo ancianos que morían los filósofos fuesen del momento histórico que fuesen (excepciones hay, pero eso es lo sorprendente, que son excepciones). Y es cierto, la penitencia del que se acomoda en sus respuestas es que comenzó su ancianidad, decidió que ya era momento de descansar y dejar de sufrir el mirar siempre dónde aún no se ve nada.
ResponderEliminarIntentaré cerra la serie en cuanto regrese de vacaciones.
Me alegro de que te haya gustado Silvia.
Saludos
Jerónimo