junto a elementos mudéjares.
El cuatro de abril de 1271 fue un día glorioso para la orden del Temple. Frey Práxedes consiguió, bien que a cambio de un dineral, “El Excelso” –un botecico de oro y pedrería fina que contenía un poco de vino que quiso guardar la Virgen, como recuerdo, de las Bodas de Canaán–. De manera laberíntica, la reliquia pasó a poder de los jesuitas, y al igual que la Mesa del Rey Salomón, o el Arca de la Alianza, su posesión ha sido la razón vital de casi todos los poderosos del mundo, en todos los tiempos.
La Gumersinda, que es bruja y sabe muchas cosas del trasmundo, me contó una tarde, que el sacristán que fue de las Benditas Ánimas del Purgatorio tenía un baúl lleno de papeles viejos, y en un legajo que apenas se podía leer, se relataba una historia que tiene que ver con la reliquia.
Era la hora del Ángelus de un día de la Candelaria de 1767 cuando todas las gentes de la ciudad de Andújar se echaron a la calle gritando «Terremoto, terremoto». Un potentísimo estruendo, que parecía salir del fondo de la tierra, sacudió casas y enseres. Aquello tuvo su origen en la iglesia de Santa María, y fue que durante la celebración de la misa, de manera repentina, todos los presentes, bancos, ornamentos, y hasta los santos de las capillas, levitaron. Se elevaron más de media vara sobre el suelo, y al caer todo de golpe, se formó el estruendo.
A lo que parece, aquello se debió a que el cura que celebraba –un jesuita que burló el mandato de expulsión de España¬- decidió poner una gotilla del vino de aquella reliquia –El Excelso- en el cáliz donde iba a consagrar, a fin de rogar que se detuviera la bula que se estaba preparando en Roma para disolver a la Orden. Debió surtir efecto aquella rogatoria, porque el Papa Clemente XIII murió a los pocos días, interrumpiéndose, por el momento, la disolución que preparaba; si bien es verdad que, al poco tiempo, aquel fraile fue apuñalado por unos facinerosos en un camino de Villanueva de la Reina –por entonces aldea de Andújar-. Un mulero que socorrió al moribundo recogió una frase a la que, por entonces, nadie dio importancia: «El Excelso, en el pozo».
Ahora, al descubrirse en la iglesia de Villanueva de la Reina un pozo, junto a diversos signos templarios, dice la Gumersinda que, para ella, que esa reliquia tan principal está en el pozo que se acaba de descubrir; sin embargo, mi amigo Luis el Cabrero, que es perito en veredas y caserías arruinadas, opina que El Excelso debe estar, más bien, en el cortijo llamado Pozo Viejo, que era de los jesuitas en el siglo XVIII.
Hay en todo esto mucho misterio, aunque es un hecho que el prior de la parroquial de Villanueva ha ordenado cerrar el pozo recién descubierto con una poderosa reja, y parece ser que ello ha sido a petición de gente importante, que la Iglesia cuida mucho no mezclar doctrina con superchería, de donde viene el significado del dicho: No confundir el culo con las témporas.
Cortijo Pozo Viejo (Vva de la Reina), propiedad de los jesuitas de Andújar en el siglo XVIII, hoy arruinado.
Texto e imágenes de José Del Moral De la Vega
El cuatro de abril de 1271 fue un día glorioso para la orden del Temple. Frey Práxedes consiguió, bien que a cambio de un dineral, “El Excelso” –un botecico de oro y pedrería fina que contenía un poco de vino que quiso guardar la Virgen, como recuerdo, de las Bodas de Canaán–. De manera laberíntica, la reliquia pasó a poder de los jesuitas, y al igual que la Mesa del Rey Salomón, o el Arca de la Alianza, su posesión ha sido la razón vital de casi todos los poderosos del mundo, en todos los tiempos.
La Gumersinda, que es bruja y sabe muchas cosas del trasmundo, me contó una tarde, que el sacristán que fue de las Benditas Ánimas del Purgatorio tenía un baúl lleno de papeles viejos, y en un legajo que apenas se podía leer, se relataba una historia que tiene que ver con la reliquia.
Era la hora del Ángelus de un día de la Candelaria de 1767 cuando todas las gentes de la ciudad de Andújar se echaron a la calle gritando «Terremoto, terremoto». Un potentísimo estruendo, que parecía salir del fondo de la tierra, sacudió casas y enseres. Aquello tuvo su origen en la iglesia de Santa María, y fue que durante la celebración de la misa, de manera repentina, todos los presentes, bancos, ornamentos, y hasta los santos de las capillas, levitaron. Se elevaron más de media vara sobre el suelo, y al caer todo de golpe, se formó el estruendo.
A lo que parece, aquello se debió a que el cura que celebraba –un jesuita que burló el mandato de expulsión de España¬- decidió poner una gotilla del vino de aquella reliquia –El Excelso- en el cáliz donde iba a consagrar, a fin de rogar que se detuviera la bula que se estaba preparando en Roma para disolver a la Orden. Debió surtir efecto aquella rogatoria, porque el Papa Clemente XIII murió a los pocos días, interrumpiéndose, por el momento, la disolución que preparaba; si bien es verdad que, al poco tiempo, aquel fraile fue apuñalado por unos facinerosos en un camino de Villanueva de la Reina –por entonces aldea de Andújar-. Un mulero que socorrió al moribundo recogió una frase a la que, por entonces, nadie dio importancia: «El Excelso, en el pozo».
Ahora, al descubrirse en la iglesia de Villanueva de la Reina un pozo, junto a diversos signos templarios, dice la Gumersinda que, para ella, que esa reliquia tan principal está en el pozo que se acaba de descubrir; sin embargo, mi amigo Luis el Cabrero, que es perito en veredas y caserías arruinadas, opina que El Excelso debe estar, más bien, en el cortijo llamado Pozo Viejo, que era de los jesuitas en el siglo XVIII.
Hay en todo esto mucho misterio, aunque es un hecho que el prior de la parroquial de Villanueva ha ordenado cerrar el pozo recién descubierto con una poderosa reja, y parece ser que ello ha sido a petición de gente importante, que la Iglesia cuida mucho no mezclar doctrina con superchería, de donde viene el significado del dicho: No confundir el culo con las témporas.
Cortijo Pozo Viejo (Vva de la Reina), propiedad de los jesuitas de Andújar en el siglo XVIII, hoy arruinado.
Texto e imágenes de José Del Moral De la Vega
Que interesante historia Jose... me he quedado sin habla.
ResponderEliminarMe gusta cuando posteas estos textos.
Muchas gracias por tu visita y tus palabras, Carla.
ResponderEliminarTú sabes bien, porque eres escritora, que al final de todo, la mayor satisfacción que se siente, después de haber compuesto algo, es hacer felices a los demás, aunque sólo sea mientras leen un pequeño relato.
Un abrazo
Un relato que engancha con recursos que lo llevan de la leyenda a la pura creación.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita y tus palabras.
ResponderEliminarSaludos afectuosos
José querido, este relato debe tener mucho de leyenda, pero no cabe duda de que pone los pelos de punta a quien lo lee... al menos a mí...
ResponderEliminar¿De verdad no han bajado los historiadores a este pozo de la Iglesia?
Síguenos contando historias de Villanueva, José. El tiempo se detiene cuando lo haces...
Gracias y un beso.
Muchas gracias por tu visita y tus palabras, Angélica Beatriz.
ResponderEliminarVivir en un país viejo, como España, tiene esas ventajas: abres la puerta de un armario, y sale la historia a borbotones.
Te prometo ir contando otras "historias" salpicadas de fábulas.
Un abrazo
Hola José! Queremos avisarte que en nuestro blog hay un premio para vos.
ResponderEliminarSaludos!!!!
José, querido Pepe ¡Qué bueno!. Es lo que me gusta que publiques: bellas historias.
ResponderEliminarun abrazo grandote!
Es una alegría para nosotros recibir vuestra visita, Silvia y Kapasulinos.
ResponderEliminarUn abrazo
hola e visto la pagina de casualidad. soy de villanueva de la Reina y me gustaria saber mas sobre mi pueblo, y ver fotos etc. José de Moral si no es mucha molestia podria mandarme algo a mi email? www.Moyo_18@hotmail.com Muchas gracias, y me ha gustado mucho leer estos relatos. un saludo
ResponderEliminar