Durante mucho tiempo estuve confundiendo a mi abuela con Estrellita Castro −tenía que haber empezado diciendo que yo era un niño bastante raro−. Lo cierto es que, no sé por qué, mi abuela, en su foto de la mesilla y en la voz que de cuando en cuando me llegaba de la cocina, se me parecía casi en todo a Estrellita Castro; y como no podía enamorarme de mi abuela, a la que adoraba, me enamoré de Estrellita Castro. Desde entonces –es admirable lo arraigado de los amores de la infancia− no ha habido música que me llegue tan hondo como este pasodoble; tanto, que es casi lo único que, de vez en cuando, consigue “nacionalizarme” el alma.
Texto: Diego
Comentarios
Me gusto este texto Diego, con recuerdos de la infancia y el primer amor...
ResponderEliminarNustros ojosa de niño se enamoraban de esencias tan hermosas que perduran aun en nuestra adultez....mmmm que lindo paso doble..
ResponderEliminarMariella
Más que primero...¡histórico! Jaja. Muchas gracias, Carla; me alegro de que te haya gustado. El amor, sí, y muchas sensaciones, ambientes, instantes... Cuántas cosas no vivimos sino desde la infancia, Mariella.¡Un abrazo a las dos!
ResponderEliminarHola....
ResponderEliminarTe dejo mis deseo que tengas un gran fin de semana.
Mariella
Muchas gracias, Mariella. Ojalá sea así. Iguales deseos para tí!
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