Nuestra cultura, hasta ayer mismo, se ha cocido en el alfar del mundo rural y se ha aderezado con la espiritualidad que de allí nacía.
El enfriamiento de la agricultura provocado por la sociedad industrial, ha ido disolviendo signos y símbolos que forman parte de nuestra esencia y que estamos obligados a conservar, si queremos saber lo que somos y de donde venimos.
Las fotografías viejas de los abuelos aparecen como un precioso cofrecico en el que se guardan ambientes, faenas, personajes… del mundo rural, joyas desaparecidas ya de nuestras vidas que, dentro de muy poco, dejarán de tener valor fotográfico para ser interés de la arqueología.
josé del moral de la vega
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