FRED COSTA


Esto, más o menos, me dijo Fred Costa, sentados un día en un café de la plaza Da Figueira: “Si estoy pintando, querría estar escribiendo; si estoy escribiendo, querría estar pintando; si estoy en mi cuarto por la noche, pintando o escribiendo, querría estar en la calle; si estoy en la calle, miro con envidia las ventanas iluminadas de las casas y el agradable sosiego que desprenden; si estoy con una mujer, me imagino cómo sería estar entre los brazos de aquella otra; si me pongo en camino, me gustaría no llegar nunca… A veces pienso que solo he nacido para ser viajero, que soy el único viajero del mundo, que nunca estaré en ningún sitio, que nunca llegaré a ningún sitio, que nunca podré “estar” si no es de viaje.” Un tiempo después, Fred Costa se embarcaba para las colonias. No volvimos a vernos. En la última carta que me enviara decía que le iba bien, dedicado al negocio del caucho, en Rio Branco. Sólo echaba de menos a una “negra cheirosa” con la que vivió un tiempo en Cidade Velha, y ver caer la tarde desde el mirador de Santa Luzía.


Diego. Amigos de aquella vida (1808-2008)



Amalia Rodríguez - Cansaço

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